“La riqueza, en su sentido más general, es cualquier cosa que colme necesidades o deseos. Y un sistema de riqueza es la forma en que se crea riqueza, monetaria o no”
Alvin Toffler en su libro la Revolución de la Riqueza (título original Revolutionary Wealth), publicado por Aflred A. Knopf, Inc. Nueva York, en el 2006. De los varios e interesantísimos libros de Toffler que he leído, vino a mi memoria la antes mencionada publicación, después de la tragedia vivida, con motivo de un fuerte terremoto.
El por qué de ese recuerdo, es porque el análisis que hace en relación a la económica invisible que genera y mueve en el mundo iguales valores o más que la economía monetaria, es generada por el voluntariado, ya sea individual o colectivo de las personas, ONG y otras instituciones similares, que como artífices, no perciben salarios o ingresos por sus labores y aportes.
El terremoto evidenció una vez más la gigantesca labor del voluntariado, que superó en su respuesta inmediata, su organización, entrega y sacrificio, a las instituciones del Estado. Esto generó una serie de agresiones, controles y manipulaciones de la maquinaria estatal, celosa y afectada por los logros del voluntariado que evidenció sus deficiencias, sus intereses políticos y electoreros, opuestos a la auténtica y desinteresada acción del voluntariado y a su eficiente accionar.
Alvin Toffler en su libro antes citado, define con su palabra inventada <<prosumidores>>, a quienes crean bienes, servicios o experiencias para su propio disfrute, uso y el de otros, antes que para venderlos o intercambiarlos, nos dice: “Cuando como individuos o colectivos PROducimos y conSUMIMOS nuestro propio output, estamos “PROSUMIENDO” que es lo contrario de estamos “CONSUMIENDO”.
Si no existiera esta economía invisible de los “prosumidores”, que no está contabilizada ni considerada en cifras en la economía mundial o en la de cada país, el mundo no funcionaría. Son miles de seres humanos que en los campos de salud, educación, capacitación, atención de emergencias, alimentación, cuidado de niños, adultos, drogadictos, delincuentes, cuidado de animales, protección de la naturaleza, lucha y defensa de los derechos humanos de niños, mujeres, ancianos y tantas otras áreas del quehacer, vida y desarrollo de la humanidad, en los que felizmente actúan con una entrega admirable y sin remuneración, nuestro planeta y la humanidad estarían perdidas y sin esperanza.
El voluntariado a nivel mundial, y en muchos casos en colaboración conjunta, permite que el mundo funcione, que continuamente se restauren equilibrios, evitando que el materialismo y el consumismo no destruyan nuestros valores y nos convierta a todos en cifras económicas rentables y productivas o no, en este último caso del no, descartables.
Por la dignidad de la vida y por la profundidad, sentido y fortaleza que es el “ser” más que el “tener”, expreso en este artículo mi más profundo y sentido agradecimiento a los voluntarios del mundo, del que me siento parte, por permitirnos tener alma, mente y corazón más que cuerpo e instintos básicos.