Pasado, presente, futuro.....
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La historia ¿está condenada a repetirse?
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El mundo ¿está dispuesto a olvidar?
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La sombra del fascismo ¿revive?, ¿se fortalece?
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Auschwitz y tantos otros ¡son terribles realidades!
Hoy, 27 de enero del 2025 se cumplen 80 años de la liberación del mayor campo de exterminio creado por los nazis. Un horroroso lugar que, sin embargo, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Representantes de más de 20 países y unos pocos supervivientes lo celebrarán en el lugar de los hechos, cuando esa sombra del pasado nos preocupa en el presente y atemoriza hacia un futuro.
En uno de los viejos barracones de prisioneros de Auschwitz, el mayor de los campos de exterminio construido por los nazis, convertido hoy en un impresionante museo, se puede leer la conocida frase: "Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla", original de George de Santayana, aunque repetida por muchos. Puede que esta frase resuma perfectamente el porqué se conserva casi intacto, un lugar que fue escenario de tanto sufrimiento y cómo se decidió que este terrible lugar fuera declarado Patrimonio la Humanidad por la Unesco.
Otra frase, está en alemán "Arbeit macht frei" (El trabajo te hace libre), grabada en un arco metálico a la entrada del campo de concentración, ya exhibe, desde el comienzo, el cinismo y la mentira que presidía en aquel momento. La tercera frase que viene a la memoria para recordar Auschwitz no está escrita en ninguna pared. Aparece en la puerta del Infierno y es leída por Dante en compañía de Virgilio, en la Divina Comedia: "Abandonad toda esperanza". Esa es la frase que debería presidir la puerta de Auschwitz.
El paseo por el campo –hoy centro de peregrinación más que atracción turística y visitado por un millón y medio de personas al año–, como el que Dante hace a través del infierno, se va haciendo cada vez más intenso hasta llegar al máximo horror. En los primeros de los antiguos barracones de presos, convertidos en museo, se muestran fotografías y mapas que ilustran cómo se llevó a cabo la elección y construcción del campo y su situación "privilegiada" en el centro de la Europa dominada por los nazis. Luego, vienen en escaparates con algunos restos encontrados en el campo tras la liberación por el ejército soviético: toneladas de cabello humano que se utilizaban para hacer mantas, miles de gafas y prótesis dentales, cientos de maletas, zapatos y ropa. Hay incluso vitrinas con ropa, juguetes, chupetes y otros accesorios para los bebés.
El final de visita es el llamado "Bloque de la Muerte", que conserva intactas las celdas de castigo y la habitación de los "Juicios", el lugar donde las ejecuciones eran "ejemplares", los crematorios y la cámara gas. Un espectáculo del horror y la degradación humana.
Pero entre tanta tristeza y dolor, hay historias que levantan el ánimo, en una situación extrema como la que se vivió en Auschwitz (el nombre de la ciudad polaca es en realidad Oswiecim), hubo muchas manifestaciones y heroísmo; incluso la santidad. La mayoría de ellas, sin embargo, se mantienen en el anonimato.
Aunque no hay cifras oficiales, se cree que en Auschwitz, murieron en cinco años entre un millón y medio y tres millones de personas; en algunos días se batía el triste récord de 5.000 ejecuciones. Los primeros en llegar al campo fueron los prisioneros políticos del ejército polaco, pero no tardaron en seguirles miembros de la resistencia, intelectuales, homosexuales, gitanos y judíos..
Del horror a la cultura
Auschwitz merece en sí mismo una visita, pero, claro, estando a pocos kilómetros de Cracovia, seguramente la más bella ciudad polaca, es imprescindible disfrutar de la que tiene el merecido título de Capital Cultural de Polonia.
La capital de la región de Malopolska (Pequeña Polonia), es una ciudad dinámica y universal. Casi 800.000 habitantes viven en la antigua capital de Polonia, cuna y panteón de reyes, ciudad del Papa y de la bohemia. Fue elegida capital cultural en el año 2000 y desde siempre ha sido la sede de la cultura polaca y punto de encuentro cultural entre la Europa oriental y la occidental.
Cuenta con una de las universidades más antiguas de Europa, la Universidad Jagiellonski de 1364, escuela de ilustres personajes como Copérnico, el mítico doctor Fausto y el joven Karol Wojtyla. Sus cien mil estudiantes aportan una identidad científica y juvenil a Cracovia, y la convierten en un escenario intercultural del que son buena muestra la treintena de museos y los numerosos teatros y clubs de jazz de la ciudad. Destacan el Museo Nacional, que junto con el de Varsovia, reúne la mayor riqueza del país. .
A diferencia de otras ciudades polacas, Cracovia, quedó intacta durante la Segunda Guerra Mundial, porque allí estaba el cuartel general nazi y nos les dio tiempo a destruirla como hicieron contra ciudades del país. Toda ella es un gran monumento y aún conserva la antigua estructura urbana que se trazó hace siglos. Su impresionante casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad, atesora numerosos monumentos históricos, decenas de museos y más de 30 iglesias y sinagogas, ya que en Cracovia han convivido ortodoxos, católicos, luteranos y judíos.
El escenario de Schindler
Queda mucho por ver en Cracovia. Sí hay que hacer, al menos, una breve mención al barrio de Kazimierz, antigua ciudad independiente, e integrada en Cracovia desde 1801. Aquí comenzó a formarse una pujante comunidad hebrea a partir de finales del siglo XV. Judíos procedentes de Bohemia, Moravia, Alemania, Italia y España se fueron congregando en sucesivas oleadas en distintos lugares de Polonia. El país fue denominado “Tierra sin hogueras” y en él encontraron refugio no solo los judíos, también católicos, protestantes, ortodoxos y cristianos. La comunidad judía en Cracovia siempre fue importante.
Aunque durante la Segunda Guerra Mundial, Kazimierz fue convertido en ghetto y finalmente sus casi 70.000 habitantes fueron deportados al campo de concentración de Plaszow o exterminados, el barrio, a diferencia del de Varsovia, apenas sufrió daños. Hoy pueden contemplarse numerosas sinagogas, plazas y mercados que conservan su ambiente original. También hay un espectacular cementerio hebraico, con bellos sepulcros renacentistas. En Kazimierz se rodó buena parte de la película de Steven Spielberg, “La lista de Schindler”.