Cada día sentimos hablar, discutir, a comisiones formadas por personas, autoridades, países, pero la realidad es que también vemos el incremento de las temperaturas, el nivel de los mares, el deshielo, más polución, temporales, más hambre, más desigualdad, y siempre nos preguntamos por los seis años que han pasado de la agenda 2015-2030: ¿Hemos hecho algo?, ¿hemos mejorado?, ¿se han cumplido los acuerdos?, ¿dónde avanzamos para poder llegar al 2030?, ¿seguiremos discutiendo, llenando papeles y esperando a que se produzca un verdadero desastre global ?
Que nos explican las Naciones Unidas?.....
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La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas marca la hoja de ruta para los próximos años para avanzar hacia el desarrollo sostenible.
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Esta agenda se concreta con los ODS, con una temporalización prevista hasta el año 2030, de los que se derivan metas e indicadores que evalúan el logro de los objetivos propuestos.
Como son objetivos válidos para todos los países, algunos de ellos ya estarán de entrada alcanzados a nivel de Cataluña, en cambio, otros nos ayudarán a orientar políticas y acciones para avanzar hacia un mayor grado de sostenibilidad del país.
Además, los ODS, y en general la Agenda post 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, requieren arquitecturas de gobernanza, que en muchos casos ya están constituidas en el marco de las estrategias de desarrollo sostenible gracias al carácter transversal y multinivel de éstas.
Además, en el caso de Cataluña, la Estrategia para el Desarrollo Sostenible de Cataluña (2010) y el posterior informe de balance del grado de sostenibilidad tienen un papel clave como base de punto de partida y para priorizar los temas críticos para el país, porque ya cuentan con objetivos estratégicos cuantificados a largo plazo y experiencia en el seguimiento y evaluación de progresos.
Por otra parte, aunque la implementación de la Agenda 2030 esta liderada por los Estados miembros de las Naciones Unidas, es importante la implicación de los gobiernos regionales para fortalecer y complementar la labor de los propios estados o de las Naciones Unidas a la hora de aportar datos relevantes, así como de realizar el despliegue, evaluación y monitoreo de los ODS y de sus metas e indicadores.
La existencia de indicadores a nivel regional y local permite identificar las necesidades específicas de cada territorio y contribuir a la reducción de las desigualdades con una gestión eficaz y eficiente de la planificación y de los recursos.